El Diario de Juárez El Paso, Texas | Media/News/Publishing

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Siempre pionero, siempre innovador Aun cuando El Diario de Juárez ha vivido una completa metamorfosis en su presentación y formato a lo largo de 38 años, su esencia, la que lo llevó a ganarse la confianza plena de la comunidad fronteriza, ha permanecido prácticamente inalterada. Efectivamente, aquel modesto rotativo que vio la primera luz el 17 de febrero de 1976, en el transcurso de cuatro décadas ha experimentado una radical evolución formal: de ser impreso en blanco y negro y llegar a unos cuantos lectores fronterizos, hoy es un moderno periódico que se edita a todo color con las últimas innovaciones de la industria editorial, posicionado como lectura obligada de los juarenses. Además, por arte de los avances tecnológicos -en los que invariablemente ha sido pionero- desde finales del siglo pasado no sólo los juarenses siguen la información de El Diario sino también cientos de miles de personas a lo largo del país y del mundo en su versión digital, a través de smartphones, tablets y computadoras. Esa transformación, sin embargo, muy poco ha modificado su sustancia, porque en realidad la misión, la visión y los propósitos originales de El Diario -que están allí desde su nacimiento- han subsistido ante el paso de los cambios, de las novedades, de las tecnologías. Es decir, hoy como entonces, el objetivo de este medio ha sido el de informar con la mayor claridad y precisión posibles, con seriedad, con profesionalismo, con el balance correspondiente y sin abjurar de nuestros principios éticos, a la comunidad juarense que siempre ha depositado su fidelidad en nosotros. En pocas palabras, hemos querido hacer un periodismo sin adjetivos y sin consignas. Un periodismo orientado a mantener impoluta la credibilidad de nuestros lectores, porque es a ellos y a su confianza ininterrumpida a quienes se debe el éxito permanente que este medio ha conseguido. Y desde la irrupción de internet en nuestras vidas, ese cuidado se extendió también a los contenidos generados por este medio que son divulgados a través de la aldea global en que se ha convertido el mundo de la información actual. A la par del persistente cometido de ofrecer el mejor periódico a la frontera, desde su nacimiento El Diario asumió la responsabilidad social que le corresponde como medio de comunicación comprometido con la sociedad a la que informa y de la que, a la vez, forma parte indisoluble. Y es que a partir de sus inicios, más allá de ser un espejo aséptico pero desligado de la realidad juarense, El Diario se erigió a sí mismo como actor y factor de transformación dentro de la comunidad fronteriza, con la que desde entonces ha compartido su destino común. Este medio de comunicación inauguró una modalidad nunca vista en Ciudad Juárez: llegó, abrió las puertas y ventanas del periodismo que se practicaba hasta ese momento y permitió que todas las corrientes de pensamiento, que todas las ideas políticas y que todos los sectores de la comunidad se airearan y tuvieran espacio en sus páginas. El Diario vino a materializar el mandato constitucional de la libertad de expresión al permitir que se manifestaran, entre otros, los partidos políticos que hasta entonces estaban prácticamente proscritos de la vida nacional, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) detentaba el poder hegemónico. Darle voz a los que no la tenían, como lo hizo El Diario, vino a desencadenar procesos que dieron pauta para que en Ciudad Juárez -y a lo largo del estado de Chihuahua- iniciara la transición hacia una vida más democrática que abrió paso a la alternancia política y a la posterior creación de instituciones ciudadanizadas como el Instituto Estatal Electoral (IEE) o el Instituto Chihuahuense para la Transparencia y Acceso a la Información Pública (Ichitaip). Uno de los primeros frutos palpables de aquella revolución periodística que se registró en las páginas de este medio, fue el especial reconocimiento público e impreso que seis de los siete partidos políticos existentes -Acción Nacional (PAN), Popular Socialista (PPS), Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), Demócrata Mexicano (PDM), Comunista Mexicano (PCM) y Socialista del Trabajo (PST)- excepto el PRI, le hicieron al director general, Osvaldo Rodríguez Borunda, por establecer ese liderazgo de apertura y pluralidad. El documento, con fecha del 30 de julio de 1979, fue hasta donde sabemos, el primero de su tipo en el país. Y desde entonces no sólo cuelga en un sitio especial en las instalaciones de este periódico, sino que su significado nos permite mantener vigente hasta hoy la política editorial de puertas abiertas a las distintas ideas y corrientes que se manifiesten en la comunidad. Desempolvar el ejercicio del periodismo dominante en aquellos años y dotarlo de ese nuevo rostro vino a cristalizar en el decisivo proceso electoral de 1983. En ese contexto, si hubo un medio de información que influyó de manera determinante para que ese año arribara al poder municipal de Ciudad Juárez el primer alcalde de un partido diferente al PRI, ese fue El Diario. Fue también este matutino el que sirvió de caja de resonancia para todas las voces que se manifestaron en el transcurso del histórico proceso electoral de 1986, recordado ya como el “verano caliente”, con cuyo manejo editorial El Diario se erigió en referente nacional para la ulterior cobertura de las coyunturas comiciales. Fiel a su responsabilidad con la comunidad, a lo largo de estas cuatro décadas este medio no se limitó a culminar su trabajo periodístico cuando los candidatos -del partido político que fueran- alcanzaron el triunfo en las urnas. En cada ciclo, ya sea trienal o sexenal, cuando los servidores públicos electos arribaban al poder, siempre se aplicó un puntual seguimiento a su gestión, señalando en su momento lo que se tenía que señalar, con base en argumentos básicos sobre transparencia gubernamental como son la rendición de cuentas y la información pública como bien social que pertenece a la ciudadanía y no a los funcionarios que la administran. Esta política, ciertamente nos acarreó en diversas ocasiones la hostilidad de quienes han detentado el poder en turno -acostumbrados tal vez al halago fácil o patrocinado de otros medios-, incluso hasta con amagos de retirar la publicidad oficial al estilo de “no pago para que me peguen” instaurado por José López Portillo en su sexenio. Sin embargo, de todos los embates sufridos por El Diario a lo largo de 38 años -hasta un complot organizado por empresarios a principios de los ochenta- este medio salió más robustecido, tal como lo establece aquella frase simplificada de Nietzsche de “lo que no te mata te fortalece”. Y es que la actuación de El Diario frente a estas situaciones no podía ser menos que congruente con lo que se propuso desde sus inicios. Por ello siempre pugnó también por que se establecieran los mecanismos que hicieran posible la transparencia gubernamental hacia los medios y, en general, hacia los gobernados. En consonancia con la sociedad, después de que en abril de 2002 el Congreso de la Unión aprobó la primera Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, esta casa editora entabló estrecho contacto con organizaciones civiles para impulsar la aprobación de una norma estatal en la materia. De hecho, a principios de 2003 el presidente y director general de El Diario auspició y encargó a expertos del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM la redacción de un texto que sirviera de base al Congreso del Estado para un proyecto de ley. En octubre de ese año, en una reunión celebrada en la sede de El Diario de Chihuahua, directivos de este medio entregaron a representantes de organizaciones civiles, del sector privado y a diputados de la entonces Legislatura local, un documento que contenía los lineamientos para un anteproyecto de ley de acceso a la información pública. Dos años más tarde, tras una serie de consultas por toda la entidad -en las que también intervinieron activamente representantes de El Diario-, en octubre de 2005 el Congreso del Estado decretó por unanimidad la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Estado de Chihuahua, una de las más avanzadas en esta materia en el país, que recogió numerosas de las propuestas contenidas en el proyecto entregado por este medio a los legisladores. El compromiso con la comunidad juarense no sería completo si esta empresa de comunicación no se preocupara por su recurso más valioso, es decir, por las personas que se encargan de que todos los días El Diario impreso llegue hasta sus manos, o que el Digital se esté actualizando con la información al instante: reporteros, coeditores, editores, diseñadores, reporteros gráficos... en pocas palabras, los periodistas. La calidad informativa que ha permitido que El Diario se haya mantenido como líder de la plaza en estas cuatro décadas, tanto en credibilidad como en circulación y penetración, es resultado de la constante capacitación que la empresa proporciona a su personal. Uno de los programas que desde finales del siglo pasado opera con éxito en el periódico es el de los becarios, es decir, los universitarios y egresados que desean integrarse a nuestra redacción. Esos jóvenes pasan por diversos filtros de entrenamiento y reciben varios cursos de capacitación antes de formar parte de la planta de reporteros o de coeditores. Bajo el auspicio de esta casa editora, El Diario ofreció a principios de este siglo una primera maestría en Periodismo de Investigación para un grupo de 25 reporteros y editores, con la colaboración del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey que aportó sus instalaciones. La coordinación de la maestría corrió a cargo de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por su sigla en inglés), cuyos maestros viajaban cada semana hasta esta frontera con el propósito de impartir sus clases y asesorías. Más tarde, en 2006 El Diario impulsó otra maestría especial enfocada al periodismo fronterizo para un segundo grupo de 26 reporteros y editores de los diarios de Juárez y El Paso. El programa fue diseñado e impartido por maestros de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP) en sus instalaciones. Una de las consecuencias de esa preocupación invariable por mantener capacitados y profesionales a sus periodistas ha sido, sin duda, que en las grandes coyunturas históricas ocurridas en los últimos cuarenta años El Diario se ha erigido en referente para el resto de los medios de comunicación, tanto a nivel nacional como internacional. Si bien ya se mencionaron algunos de esos episodios, nunca como en los pasados años negros de la violencia este medio se convirtió en el faro al que se acercaron periodistas de todas partes del país y del mundo, por atreverse a informar con rigor y valentía sobre los pormenores del terror desatado por las bandas del crimen organizado en esta frontera. El Diario fue la única ventana a través de la cual el mundo pudo enterarse de la debacle que aquí se registró, compartiendo destino y tragedia con la comunidad juarense de la que somos uno más. Porque, obviamente, el valor impuesto por nuestros periodistas no estuvo exento de riesgos. La violencia atípica pronto cobró factura a través de la pérdida de dos de nuestros reporteros: Armando Rodríguez Chacón, asesinado el 13 de noviembre de 2008 afuera de su casa cuando se preparaba para salir a reportear; y Luis Carlos Santiago Orozco, quien murió al ser acribillado junto con otro fotógrafo de este medio -quien sobrevivió- el 16 de septiembre de 2010. Sus victimarios no han sido detenidos hasta el momento, por lo que sus crímenes permanecen impunes. El mejor homenaje que les han podido rendir sus compañeros, tanto a Armando y Luis Carlos, como a todos los periodistas de El Diario que a lo largo de 38 años han sufrido por causa de su labor informativa, es el de continuar haciendo su trabajo de la mejor manera posible para seguir ofreciendo a la comunidad fronteriza la excelencia informativa a la que la hemos acostumbrado. Treinta y ocho años es la edad de un adulto joven que ha alcanzado la madurez. Al arribar a esa edad, El Diario ni es un novato pero tampoco es un periódico anacrónico. Nos encontramos en una etapa de plenitud, de la que estamos listos para saltar hacia delante y enfrentar todos los retos que se nos presenten en el futuro. El Diario sigue tan vivo como en cualquiera de sus años, siempre pionero, siempre innovador. Llegamos a las casi cuatro décadas cargados de proyectos que, como ha sido hasta ahora, conllevan la primordial intención de generar bienestar y prosperidad a Ciudad Juárez mediante una sociedad mejor informada. Claro está, sin modificar, ni siquiera un ápice, la esencia con la que llegamos a ustedes hace 38 años.

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